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bibliográficas)
La lengua, el lenguaje, el idioma y los mecanismos de comunicación son un aspecto fundamental en los seres humanos, Sin embargo, el modo en que un grupo de personas designa unas cosas puede diferir muy fuertemente del modo en que otras personas designan ese mismo tipo de cosas. Existen diferentes lenguas, y por lo tanto diferentes formas de ver el mundo. El lenguaje es también una entidad abstracta que permite designar cosas por medio de nombres comunes o específicos para distinguir alguna propiedad.
Cuando los filósofos naturales empezaron a entrar en
contacto con diferentes culturas encontraron tres problemas fundamentales a ser
resueltos.
·
Los mismos animales y plantas tenían diferentes
nombres en diferentes culturas
·
Existían animales que no tenían un nombre en el
lenguaje nativo del filósofo natural
·
Que los seres vivos parecían agruparse en tipos
o grupos fundamentales, como mínimo o plantas o animales
Los nombres comunes o locales permanecieron por mucho tiempo
debido a la falta de comunicación y exploración, prueba de ello es la sencillez
de los sistemas de clasificación, y su aparente falta de un criterio
clasificatorio homogéneo. ¿Cómo dividir a los animales?, salvajes o domésticos,
fieras y mansos?, ¿útiles para la comida, el transporte, la caza? El que un sistema de clasificación sea
arbitrario no implica que sea caótico, y que un sistema no sea científico
tampoco implica que no esté en uso. Uno de los sistemas de clasificación más comunes
es el de los animales domésticos y el de las fieras, los cuales pueden tener
múltiples subgrupos que obedecen al capricho o arbitrio de la autoridad que los
crea.
Estos y muchos otros problemas son los afrontados por la taxonomía, que es la rama de la biología que se encarga de la clasificación de los seres vivos en general. Es una ciencia motil, llena de confusiones entre lo abstracto y lo tangible y que está directamente influida por el modo en que la persona construye y concibe su propio mundo. Tanto así, que algunas personas pueden llegar a oponerse a ella en base a criterios religiosos.
Figura 1. Según la Biblia, Adan fue encargado de
ponerle nombre a todos los animales del jardín del Edén, este mito junto con el
de la torre de Babel dan cuenta de la importancia del lenguaje como una forma
de concebir el mundo aun desde tiempos antiguos.
En la biblia se menciona que Dios creó a los seres vivos según “su género” o “su especie” dependiendo de la traducción. Sin embargo, esto no define que es el “su género” o “su especie”. Más aun, muchos confunden el nombre de especie con el de una categoría de clasificación más general. Un ejemplo es llamar a las uvas como una especie de planta, pues actualmente se reconoce que existe una amplia diversidad de plantas, todas relacionadas entre sí, que producen uvas. Los seres vivos se pueden clasificar en tipos más generales, y este detalle ya era reconocido por los filósofos antiguos. Este detalle puede ser abordado por la idea de las categorías platónicas. Según esta aproximación, los seres vivos obedecen a un ideal o TIPO arquetípico, este ideal se ve alterado en el mundo material, entonces el TIPO general obedece a una especie de plano ideal que produce uvas ideales, mientras que todas las demás especies son solo modificaciones de este tipo debido a la imperfección del mundo material (Kutschera & Niklas, 2004).
Figura 2. Una vez que alguien abraza el pensamiento
tipológico lo usará para clasificarlo todo, no solo a los animales y plantas,
también a las personas, asumirá entonces que una cultura se reduce a unas
características A, B y C, llevando a la generación de estereotipos racistas.
Las poblaciones culturales operan del mismo modo que las biológicas, ¡pero con
más variación!, existen muchos individuos diferentes dentro de una cultura.
Este tipo de pensamiento se caracteriza por ser fijo “el TIPO ideal nunca cambia” y por lo tanto tipológico (Mayr, 1996, 2000; Zachos, 2016), es decir los tipos son los que son, sin que exista contacto entre ellos, ambigüedades o cosas extrañas. En oposición a ello la biología moderna aboga "aunque infructuosamente para la mayoría de los NO expertos" por el pensamiento de poblaciones, en la que no existe un tipo ideal establecido, solo una población variable genéticamente relacionada entre sí.
Figura 3. En ocasiones existen individuos presentan criterios morfológicos, que se supone, no debería tener su grupo de clasificación.
Un buen ejemplo es el pensamiento tipológico de la raza
(Andreasen, 1998; Mayr, 1984; Wolpoff & Caspari, 1997; Zack, 2002),
generalmente asociamos el carácter ojos azules a las poblaciones provenientes
del norte y centro de Asia que invadieron Europa cerca de la mitad del primer
milenio después de Cristo y que han venido a ser denominados bajo el tipo
caucásico. Sin embargo, este carácter puede estar presente en otras así
llamadas razas como los así llamados Negros, y el cabello rubio tampoco es
exclusivo de Europa. El concepto de raza en los seres humanos ya no es empleado
por la biología (Long & Kittles, 2009; Marks, 2001; McCann-Mortimer,
Augoustinos, & LeCouteur, 2004; Nielsen, 2015; Templeton, 2013).
En el pensamiento tipológico una especie se define en base a
los criterios morfológicos A, B, C. En el pensamiento de poblaciones una
especie se define en base a su capacidad reproductiva, donde los criterios A,
B, y C pueden estar presentes como marcadores relativamente confiables de
identificación rápida para la mayoría de los individuos de la especie, pero que
en ocasiones existen individuos que no presentan alguna o ninguno de los
criterios morfológicos A, B o C. El paso de una taxonomía fija a una taxonomía
dinámica ha sido uno de los cambios de perspectiva más duros y emblemáticos de
toda la historia de la biología.
Cuando Galileo afirmó que la mejor forma de explicar los
patrones de luminosidad de la superficie de la luna podría ser explicados
asumiendo que la luna posee montañas y valles como los que tiene la tierra, él
estaba empleando un proceso de inferencia lógica que no era nuevo para las
ciencias naturales de su tiempo, pero que se ha convertido en uno de los
fundamentos del proceso científico moderno. En el párrafo anterior puede
observarse una clara distinción en como creemos que opera la ciencia y como es
la ciencia realmente. De cierta forma esperamos que la ciencia y el científico
sean algo directo, observable de manera evidente en sí misma, de exista un
objeto A y un observador B, entonces B observa directamente a B y lo conoce, y
lo manipula (Kuhn, 1970).
Sin embargo, esta perspectiva no encaja con el ejemplo del
primer párrafo, pues allí aparecen palabras “incomodas” para el que piensa que
la labor del científico es la observación directa de las cosas. Una de esas
“palabras peligrosas” es asumir, a muchos les molesta que la ciencia y los
científicos arriesguen tanto en presunciones, sin embargo, estas son
presunciones informadas. La historia de la ciencia está plagada de este tipo de
presunciones, por ejemplo, todo el modelo cuántico moderno se basó en la
presunción de un sistema matemático que operaba en base a una constante de
proporcionalidad que no era otra que un valor que había encontrado un
científico llamado Max Planck. Planck trabajaba acerca de cómo era absorbida la
energía por un cuerpo negro, hasta entonces la explicación preponderante se
basaba en la teoría de Newton en la cual todo cambio en la naturaleza era
continuo, sin cambios bruscos, una partícula se movía solo un poco de su
posición anterior cada instante. Sin embargo, cuando Planck hizo sus cálculos
encontró con que las cosas no cuadraban (DeYoung, 1998).
Para quien piensa que la ciencia opera “A → B”,
es decir que la naturaleza se deja conocer de manera directa, esta historia
plantea el problema de que, el investigador no podía explicar el fenómeno, ni
desde sí mismo, ni desde las explicaciones previas. Planck “asumió” un modelo
diferente al de Newton, mientras que para Newton y sus seguidores las cosas
cambiaban de a pocos “cambio continuo”, Planck decidió “asumir (palabra
peligrosa)” que las cosas cambiaban de forma discreta, a saltos, o en
cantidades fijas no continuas, en cuantos de allí el nombre de cuántica a toda
la rama de la física”. Sus trabajos conllevaron a la descripción de la
constante de los saltos cuánticos que lleva su nombre. Nuevamente tenemos el
caso de que el científico asumió una explicación y la enfrentó contra la
experiencia (DeYoung, 1998).
Lo anterior implica que el proceso científico opera con un
elemento extra que llamaremos C, el modelo. La naturaleza es percibida por el
investigador de acuerdo a un modelo C, que debe corresponder con los fenómenos
medidos. Si C o corresponde a nuevas medidas entonces o se reformula o se
cambia por un nuevo C, un nuevo modelo. Con la taxonomía pasa algo semejante,
los seres vivos no vienen con una etiqueta de a qué tipo pertenecen (Kuhn,
1970). Somos los seres humanos quienes inventamos modelos de representación que
nos sirven para organizar la variedad de seres vivos que nos rodean. La
taxonomía es pues, al menos en sus orígenes un modelo del lenguaje que se basa
en criterios utilitarios. Esta organización, este modelo esculpen nuestra
representación del mundo natural, por ejemplo, si alguien en su modelo mental
piensa que las uvas son una especie, encontrará chocante saber que actualmente
se considera la existencia de varias especies diferentes de uva (Aradhya et
al., 2013; Keller, 2003; Wan et al., 2013). No va a cambiar su etiqueta mental,
sino que intentará acomodar a la fuerza esta información desacuerdo a su
construcción de mundo, a esto se lo denomina sesgo de confirmación (Klayman,
1995).
La taxonomía desde la perspectiva de las ciencias naturales
es un modelo de realidad, que actualmente se basa en el criterio de la
filogenética evolutiva, es decir, la clasificación obedece al intento de
reconstruir las afiliaciones de los grupos de acuerdo a su semejanza
estructural o ultraestructural, idealmente al nivel del ADN para así
aproximarse a su historia evolutiva. De acuerdo a lo anterior, alguien que no
acepte como valido el modelo evolutivo, no aceptará el modo en que se
clasifican y reclasifican los seres vivos, y además encontrará el modo en que
esta ciencia cambia un poco caótico.
La ciencia dice una cosa hoy y otra diferente mañana
(Horwich, 1993). Eso es porque nada es un dogma, y cualquier cosa puede cambiar
siempre que esto sea el consenso de los expertos en la materia. Los modelos de
representación de los fenómenos que son nuestras lupas para interpretar la
realidad deben ajustarse continuamente para poder tomar cuenta de los nuevos
descubrimientos. Que la ciencia diga una cosa hoy y otra mañana no es su
debilidad, por el contrario, es su gran virtud, esto la hace revolucionaria, el
modelo que propone un científico puede cambiarse, perfeccionarse, crecer o
morir con el paso del tiempo, sin que ello provoque conflictos o guerras. De
todas las ciencias, una de las que cambia con más constancia es la taxonomía,
el modo en que clasificamos a los seres vivos cambia todo el tiempo, debido a
que constantemente se descubren nuevas especies, o a que se refinan los métodos
por medio de los cuales somos capaces de establecer relaciones de parentesco
entre los seres vivos. Más aun, algunos grupos pueden ser tan difíciles de
clasificar que, en un momento dado se puede tener evidencia no concordante de
su pertenecía a grupos diferentes.
La taxonomía es una ciencia histórica, pues sus raíces se
remontan a cualquier civilización que la que se hubiere puesto un nombre a un
animal, y que hubiere agrupado a varias especies de animales en una u otra
categoría. Sin embargo, debido a lo clásico de la educación en esta serie de
artículos abordaremos el esquema eurocéntrico, y por lo tanto comenzaremos con
los griegos clásicos y helenísticos a la cabeza del gran Aristóteles y sus
infames Tres Reinos de la Naturaleza. Para explicar cómo cambia la taxonomía
emplearemos el concepto de paradigma de Kuhn (1970), aunque extendiéndolo un
poco hasta el periodo clásico donde aún no podemos emplear el concepto de
ciencia tal como lo empleamos actualmente.
Las clasificaciones taxonómicas cambian mucho. Este es un
problema en niveles de educación secundaria, ya que no hay un marco homogéneo
de trabajo entre los libros de texto, y las fuentes de internet como Wikipedia.
Para poder entender estas diferencias, el estudio de la historia de la
taxonomía se convierte en algo fundamental. Por lo anterior primero
realizaremos un análisis historiográfico de la taxonomía en el pensamiento
occidental, desde el sistema aristotélico de los tres reinos hasta el acuerdo
moderno de los tres dominios.
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