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Un árbol filogenético, o filogenia, o árbol, para un grupo de especies es un diagrama de ramificación que muestra las relaciones entre las especies. El mismo nombre “filo” hace referencia a relaciones de parentesco, por lo que los nodos representan ancestros comunes. Los ancestros son siempre hipótesis, aun cuando encontráramos al verdadero ancestro común en forma de un fósil, este será ubicado como un taxón terminal cerca al ancestro común hipotético, porque siempre cabe la posibilidad de que este no lo sea y de que se encuentro potro fósil más adecuado. Sin embargo, idealmente el objetivo es crear grupos naturales.
Grupo natural son los linajes que se originan a partir de un
ancestro común evolutivo, dado que son grupos que descienden de un solo
ancestro, los grupos naturales se asumen como monofiléticos, por lo que
asumimos a priori que ningún proceso de vicarianza o separación de ramas se da
por hibridación, lo cual es falso, pero ni modo, no es posible saber cuándo
estos procesos de hibridación se dieron en especies muy viejas. En base a esto,
existen otros dos tipos de grupos no naturales.
Figura 54. En los dendogramas anteriores tenemos en (a)
el ideal del taxónomo, crear grupos naturales que desciendan de un ancestro
común evolutivo, en (b) tenemos grupos artificiales formados arbitrariamente
por algún rasgo, estos grupos no se desean, y por lo tanto los taxónomos ponen
mucho interés en descubrirlos y organizarlos en sus verdaderos grupos
naturales, estos grupos artificiales son polifiléticos ya que sus miembros
provienen de diferentes ancestros. Sin embargo en la realidad lo más frecuente
es tener diagramas de tipo (c) llamados parafiléticos, que representa un taxón
incompleto en el cual aún no hemos completado, pues algunas especies que
deberían estar en él, están en otros taxones de manera equivocada
“polifilética” o simplemente no han sido descubiertos.
La inferencia filogenética empleando caracteres morfológicos procede de la misma manera con las especies vivas y fósiles. Para las especies fósiles, por lo general tenemos evidencia sólo de partes duras, tales como huesos en vertebrados o conchas en moluscos. Para las especies vivas, tenemos evidencia adicional de las partes blandas. También tenemos evidencia de caracteres que no son morfológicos en sentido estricto, pero que pueden ser incluidos con caracteres morfológicos en la investigación filogenética. Por ejemplo, los mamíferos son vivíparos (producen jóvenes vivos) y los alimentan con leche, mientras que los pájaros son ovíparos (ponen huevos). Los caracteres reproductivos y fisiológicos de este tipo constituyen una buena evidencia para la inferencia filogenética. En este capítulo, la evidencia "morfológica" se refiere a todos los caracteres observables en todo el organismo, a diferencia de los caracteres moleculares.
Figura 55. Dendrograma enraizado simplificado de los
principales grupos de vertebrados vivientes y los puntos donde aparecen las
apomorfias de cada grupo.
Las técnicas utilizadas con caracteres morfológicos se
denominan técnicas cladísticas. (La palabra cladística viene de la palabra
griega para una rama.) Las técnicas fueron formalizadas principalmente en un
libro, Sistemática Filogenética, por el entomólogo alemán Willi Hennig (1966).
El libro no es una lectura fácil, pero ha sido muy influyente, con buena razón.
Hennig había pensado más a fondo en el problema de la inferencia filogenética
que la mayoría de sus predecesores. El trabajo subsiguiente (con caracteres
morfológicos) sigue principalmente la línea de Hennig, y para ser francos, es
un ladrillo estadístico de difícil digestión.
Para el análisis cladístico, la evidencia consiste en una
serie de caracteres, cada uno con un número de estados de carácter discretos.
Por ejemplo, un carácter podría ser «modo de reproducción» y podría tener los
estados «viviparidad» u «oviparidad». Otro carácter podría ser «estructura del
miembro anterior» y sus estados podrían ser «ala» y «brazo». Los caracteres
particulares y los estados de carácter dependerán de las especies que se están
estudiando. También pueden ser revisados durante la investigación: el estado de
carácter "ala" podría tener que ser reemplazado por "ala de
pájaro" y "ala de murciélago", si ambos, pájaros y murciélagos
fueron incluidos en el estudio. La división de la morfología de un organismo en
caracteres y la división de caracteres en estados discretos puede ser
problemática. Sin embargo, en este capítulo tomaremos los caracteres y estados
de carácter como el punto de partida. Por lo general están representados por
símbolos. El carácter alfa que representa modo de reproducción puede dividirse
en dos estados diferentes simbolizados como a y a'(donde a representa la
oviparidad y a' la viviparidad). Los estados de un segundo carácter beta pueden
ser simbolizados por b y b'.
La inferencia filogenética no es simple, principalmente
porque no todos los caracteres para los que tenemos pruebas apuntarán a la
misma filogenia. En un caso fácil, todos los caracteres estarán de acuerdo, es
decir todos crean un mismo dendograma. Por ejemplo, supongamos que queremos
conocer la filogenia de tres especies Humanos, chimpancés y una especie de
gusano. Algunos estados de carácter son compartidos entre humanos y chimpancés;
Muchos estados de carácter son compartidos entre las dos especies;
Prácticamente ningún estado de carácter se comparte entre los gusanos y los
chimpancés (pero no los humanos) por un lado, o entre los gusanos y los humanos
(pero no los chimpancés) por el otro. Los humanos y los chimpancés, concluimos,
comparten un antepasado común más reciente que cualquiera de los dos con el
gusano. Si todos los casos fueran tan fáciles, podríamos simplemente leer las
relaciones filogenéticas de los estados de carácter. La cladística fácilmente
habría sido inventada hace siglos, por Lineo de hecho.
Pero supongamos ahora que estamos estudiando la filogenia de
los humanos, un murciélago y un pájaro. Algunos estados de carácter son
similares en pájaros y murciélagos: ambos tienen alas y otras adaptaciones
esqueléticas para el vuelo. Otros estados de carácter son similares en humanos
y murciélagos: ambos son vivíparos y mamíferos. ¿En qué evidencia debemos
confiar? Las relaciones de aves y
reptiles son aún más fastidiosas, específicamente en lo que concierne a la
posición de los cocodrilos. Supongamos que estamos estudiando la filogenia de
un cocodrilo, un pájaro y un lagarto. El cocodrilo y el lagarto comparten
muchas similitudes: tienen escamas y caminan sobre cuatro patas, mientras que
los pájaros tienen plumas y caminan con dos de sus apéndices y vuelan con los
otros dos. Pero un estudio detallado del cráneo muestra que los pájaros y
cocodrilos tienen similitudes importantes allí, mientras que los lagartos
tienen una anatomía diferente del cráneo. ¿En qué evidencia debemos confiar?
Estos dos ejemplos ilustran un problema general. En la mayoría de la
investigación filogenética, diferentes caracteres apuntan a diferentes
filogenias.
Cuando diferentes caracteres apuntan a filogenias
conflictivas, podemos estar seguros de que al menos algunos de los caracteres
son engañosos. Un conjunto de especies tiene una sola filogenia: la filogenia
que representa las relaciones ancestrales que poseen estas especies. Un
conjunto de especies no puede tener más relaciones filogenéticas múltiples que
una familia humana puede tener más de un árbol genealógico. Si una familia
humana tiene dos árboles familiares en conflicto en su posesión, al menos uno
de ellos debe estar equivocado. Del mismo modo, si dos caracteres sugieren
filogenias incompatibles, algo está mal con al menos uno de ellos.
Las técnicas de cladísticas funcionan distinguiendo entre
caracteres confiables y no confiables. Los caracteres poco fiables, una vez
identificados, pueden ser descartados. La cantidad de conflicto de caracteres
en la lista acortada de caracteres confiables debe reducirse y en un buen caso
el conflicto de cladogramas se reducirá a cero. El análisis de los caracteres,
para distinguir los caracteres confiables de los no confiables, se desarrolla
en dos etapas: primero distinguimos las homologías de las homplasias y luego
distinguimos homologías derivadas de homologías ancestrales.
En biología, la homología es la existencia de ancestros
compartidos entre un par de estructuras, o genes, en diferentes taxones. Un
ejemplo común de estructuras homólogas son los antebrazos de los vertebrados
“quiridios”, donde las alas de los murciélagos, los brazos de los primates, las
aletas delanteras de las ballenas y las patas delanteras de los perros y los
caballos proceden todos de la misma estructura tetrapoda ancestral. La biología
evolutiva explica estructuras homólogas adaptadas a diferentes propósitos como
resultado de la descendencia con modificación de un antepasado común “evolución
biológica”. La homología fue explicada por la teoría de la evolución de Charles
Darwin en 1859, pero se había observado antes, desde Aristóteles, y fue
explícitamente analizada por Pierre Belon en 1555. El término fue aplicado a la
biología por el anatomista Richard Owen en 1843.
Figura 56. Si un par de órganos se originaron de un
ancestro común, sin importar que sirvan para cosas diferentes, entonces son
homólogos. Podemos tener el caso de que dos linajes tienen órganos semejantes,
pero su ancestro tuviera un órgano más simple, allí hablamos de una evolución
paralela; si los dos linajes logran desarrollar órganos semejantes de un órgano
muy primitivo hablamos de convergencia; y si dos órganos se parecen solo
superficialmente, pero no tienen una raíz o estructura interna comunes hablamos
de una analogía.
En la biología del desarrollo, los órganos que se
desarrollaron en el embrión de la misma manera y de orígenes similares, como
los primordios coincidentes en segmentos sucesivos del mismo animal, son
homólogos en serie. Los ejemplos incluyen las piernas de un ciempiés, el palpo
maxilar y palpo labial de un insecto, y los procesos espinosos de las vértebras
sucesivas en una columna vertebral. Los órganos reproductores masculinos y
femeninos son homólogos si se desarrollan a partir del mismo tejido
embrionario, al igual que los ovarios y testículos de los mamíferos, incluidos
los humanos. Las homologías embrionarias y de estados de carácter en diferentes
clados tienden a coincidir, lo que refuerza el argumento de origen filial
común.
La homología de secuencias, entre secuencias de proteínas o ADN se define de manera similar en términos de ancestros compartidos, y se analizan de forma semejante, aunque los datos genéticos aportan una mayor cantidad de data a las computadoras. Dos segmentos de ADN pueden tener ancestros compartidos debido a un evento de especiación (ortologos) o un evento de duplicación (paralogos). La homología entre proteínas o ADN se infiere de su similitud de secuencia. Una similitud significativa es una fuerte evidencia de que dos secuencias están relacionadas por la evolución divergente de un antepasado común. Alineaciones de múltiples secuencias se utilizan para descubrir las regiones homólogas. La homología sigue siendo controvertida en el comportamiento animal, pero hay pruebas sugestivas de que, por ejemplo, las jerarquías de dominancia son homólogas a través de los primates.
Figura 57. Ejemplos de órganos homólogos y análogos.
Una homoplasia es un estado de carácter que es compartido
por dos o más taxones debido a alguna causa distinta de la ascendencia común.
La explicación más común es la evolución convergente debido a que los linajes
se fijaron en nichos semejantes, dado que la selección no es al azar, la
evolución del cuerpo se seleccionó a unas pocas soluciones útiles que comparten
una similitud funcional, mas no ancestral. Otra causa, aunque menos común es la
reversión (el retorno a un estado de carácter ancestral). Los caracteres que
son obviamente homoplásicos, como la piel blanca en diferentes linajes de
mamíferos del Ártico, no deben ser incluidos como un carácter en un análisis
filogenético ya que no contribuyen nada a nuestra comprensión de las
relaciones. Sin embargo, a menudo la homoplasia no es evidente a partir de la
inspección del propio carácter (como en la secuencia de ADN, por ejemplo), y se
detecta entonces por su incongruencia (distribución no parsimoniosa) en un
cladograma más parsimonioso.
La parsimonia es una congruencia estadística entre
diferentes caracteres estudiados, y a más caracteres se puede plantear un
índice de parsimonia más confiable. Aunque el resultado bien no necesariamente
es la verdad, a nadie le interesa la verdad, lo importante es lograr el mejor
modelo posible con los datos disponibles en un momento del tiempo dado. Tenga
en cuenta que los caracteres que son homoplásicos todavía pueden contener la
señal filogenética. Un ejemplo bien conocido de homoplasia debido a la
evolución convergente sería el carácter, "presencia de alas". Aunque
las alas de pájaros, murciélagos e insectos cumplen la misma función, cada uno
evolucionó independientemente, como puede verse por su anatomía. Si un pájaro,
un murciélago y un insecto alado fueron calificados para el carácter,
"presencia de alas", se introduciría una homoplasia en el conjunto de
datos, lo que podría confundir el análisis, lo que podría resultar en una falsa
hipótesis de las relaciones. Por supuesto, la única razón por la que una
homoplasia es reconocible en primer lugar es porque hay otros caracteres que
implican un patrón de relaciones que revelan su distribución homoplásica. Para
el caso mencionado, el ala está compuesta a su vez por otras estructuras que
funcionan a su vez como caracteres. Cuando la homoplasia es demasiado evidente
se la denomina analogía evolutiva, que son órganos con una utilidad semejante,
pero con un origen muy diferente.
Las homoplasias no indican relaciones filogenéticas, y la
primera tarea es reconocer homoplasias, en contraposición a homologías. ¿Cómo
podemos reconocerlos? La cruda respuesta es que las homologías son
identificablemente dado que el mismo carácter en dos especies, aunque sus
estados difieran, pero las homoplasias difieren de alguna manera que sugiere
que el carácter ha evolucionado independientemente en las especies que lo
poseen, en otras palabras, que son caracteres diferentes empleados para lo
mismo. Por lo tanto, la investigación comienza con un carácter que muestra
cierta similitud en dos (o más) especies, y luego se examina el carácter en
detalle para averiguar si realmente es el mismo en todas las especies.
Primero, si un carácter es homólogo es probable que tenga la
misma estructura fundamental “estructura interna”. Las alas de pájaros,
pterosaurios y murciélagos, por ejemplo, son superficialmente similares; Pero
están construidos a partir de diferentes materiales y soportados por diferentes
dígitos de los miembros, en palabras simples las alas de los pájaros emplean
tres dedos fusionados, en los pterosaurios emplean un solo dedo meñique
alargado y en los murciélagos el ala está compuesta por cuatro dígitos. Las
diferencias sugieren que las alas del pájaro, el pterosaurio y del murciélago
son homoplasias, y evolucionaron independientemente de un antepasado común que
careciera de alas.
En segundo lugar, las homologías suelen tener las mismas relaciones con los caracteres circundantes. Los huesos homólogos, por ejemplo, suelen estar conectados de manera similar con sus huesos circundantes. Sin embargo, esta pista se desdibuja en homoplasias que se dan por evolución convergente y paralela, es decir, linajes muy cercanos entre sí que convergen evolutivamente en muy poco tiempo.
Figura 58. Las alas de los vertebrados muestran
evidencia de evolución convergente, evolucionan de la misma estructura base, el
quiridio de cinco dedos.
En tercer lugar, es probable que el carácter tenga el mismo desarrollo
embrionario en diferentes grupos. Un carácter que se ve similar en las formas
adultas, pero se desarrolla por una serie diferente de etapas, es poco probable
que sea homólogo.
Finalmente, algunos otros criterios a veces pueden ser
útiles. La convergencia es causada por la selección natural, cuando los
organismos en linajes evolucionarios diferentes enfrentan requisitos
funcionales similares (como volar en pájaros y murciélagos). Tenemos motivos
para sospechar que una estructura morfológica compartida puede ser homoplasia
cuando las especies que la comparten claramente la necesitan para su modo de
vida. Las homologías de hecho pueden ser caracteres que presentan diferentes
estados de carácter.
La siguiente etapa es dividir las homologías en homologías
ancestrales y derivadas. Considere el número de dígitos en los pies de una
rana, un perro y un caballo. La rana y el perro tienen pies estándar de
tetrápodos, con cinco dígitos. Este es el estado ancestral de todos los
tetrápodos. (Los tetrápodos son el grupo de anfibios, reptiles, aves y
mamíferos). Los caballos han reducido el número de sus dígitos y sólo quedan
uno de los cinco dígitos. La similitud del perro y la rana no es evidencia de
que comparten un ancestro común más reciente entre sí que cualquiera de ellos
con un caballo. De hecho, tanto el perro como el caballo son mamíferos, y
comparten un antepasado común más reciente que cualquiera de los dos con una
rana. En el grupo de la rana, el perro y el caballo, el estado de tener cinco
dígitos por pie es una homología en el perro y la rana, pero no evidencia de
una relación filogenética cercana.
Las homologías ancestrales son caracteres que estaban
presentes en el antepasado común del grupo de especies bajo estudio. Homologías
derivadas son homologías que evolucionaron después del ancestro común, dentro
del grupo de especies bajo estudio. La distinción entre homologías ancestrales
y derivadas carece de sentido si sólo estamos hablando de dos especies por sí
mismas: cualquier homología para las dos especies es simplemente una homología.
La distinción implica que estamos comparando las dos especies con al menos otra
especie. Entonces si la homología es ancestral o derivada depende de lo que es
esa tercera especie que es llamado grupo externo.
Las homologías ancestrales son las más peligrosas para las
inferencias filogenéticas en casos como en el pájaro, el cocodrilo y el
lagarto. Aquí un linaje dentro de un grupo de especies ha experimentado una
rápida evolución. Las aves han desarrollado alas y otras adaptaciones
esqueléticas y fisiológicas para el vuelo. Los linajes de los cocodrilos y
lagartijas han evolucionado lentamente en comparación. Ambos han conservado
caracteres reptiles ancestrales como escamas y caminar sobre cuatro patas. El
cocodrilo y el lagarto son aparentemente semejantes en comparación con las aves
debido a la explosión evolutiva de estas últimas. Pero la similitud entre los
cocodrilos y los lagartos es ancestral, en otras palabras, aves puede colocarse
como externo a ambos grupos, lo cual no necesariamente es congruente. Las
filogenias no deben deducirse de una similitud fenética simple. La semejanza
fenética mezcla similitud fiable (en homologías derivadas) con similitud poco
fiable (en homoplasias y homologías ancestrales). Esta semejanza fenética es
engañosa en el caso de la convergencia; Pero las homologías ancestrales causan
el mismo problema, y más insidiosamente. Lo hemos visto en los reptiles (aunque
no son el único ejemplo): un cocodrilo se parece más a un lagarto que a un
pájaro, pero está filogenéticamente más cerca de un pájaro que de un lagarto.
El punto de estos dos ejemplos no es que la similitud fenética nunca indica
relaciones filogenéticas, sino que no es confiable. Si tamizamos la evidencia y
nos concentramos en la similitud homóloga derivada, deberíamos cometer menos
errores en la inferencia filogenética.
En resumen, hemos dividido los caracteres en tres tipos y
consideramos teóricamente cómo cada uno se relaciona con grupos de especies en
una filogenia. Solamente las homologías derivadas compartidas revelan
sistemáticamente grupos filogenéticos naturales. Pero, ¿cómo podemos distinguir
en la práctica entre estados ancestrales y derivados de caracteres?
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