martes, 7 de septiembre de 2021

Impacto de la taxonomía linneana

 (Ciencias de Joseleg) (Biología) (Teoría de la Biología) (Taxonomía) (Introducción) (Filosofía de la taxonomía) (Preguntas y problemas de la taxonomía)  (Los 3 reinos)  (El sistema lineano)  (Impacto de la taxonomía lineana)  (Los 5 reinos)  (Los 3 dominios)  (El problema de la especie)  (Las definiciones de especie)  (Complejos de especies)  (Nombres de las especies)  (Estructura y partes de un dendrograma)  (Homologías, analogías, homoplasias)  (Introducción al análisis filogenético) (El concepto de raza en el ser humano) (Referencias bibliográficas)

 

El impacto del sistema binomial no tiene comparación, ya que este se sigue empleando como el estándar para la nomenclatura de las especies aun cuando en ciertos casos se emplean ciertas modificaciones y adiciones que lo asemejan a un sistema polinomial. Sin embargo, esto solo ocurre para variedades domesticadas desarrolladas bajo selección artificial o ingeniería genética. Todas las demás especies, fósiles o vivas reciben siempre como mínimo el nombre binomial, como factura de su reconocimiento de existencia por parte de la comunidad científica. El valor y estabilidad del sistema binomial como estándar de nomenclatura se debe a ciertos factores:

Comparado con el sistema polinomial que lo antecedió, los nombres binomiales eran más cortos y fáciles de recordar. De hecho, este sistema de nomenclatura concordaba con la tradición para nombrar personas, en donde el patronímico “nombre de la familia paterna” antecede al nombre específico de la persona.

Un francés nunca toleraría que el lenguaje internacional para la nomenclatura de los seres vivos fuera el inglés, lo mismo podría decirse de un español con respecto a un francés etc. Debido a los conflictos políticos se requería un lenguaje neutro, que pudiera ser gobernado por reglamentos internacionales aceptables y aceptados por todos los expertos. Este lenguaje fue el latín, la lengua de la iglesia y los académicos desde hacía casi 1000 años. Aun cuando los conflictos de religión trajeran consigo el rompimiento con Roma, la tradición del uso del latín en contextos académicos no se rompió ya que era la única manera en que autores de culturas diferentes podrían comunicarse, un ejemplo fueron Linneo y José Celestino Mutis, quienes no conocían las lenguas nativas de su interlocutor, por lo que debían escribirse cartas en latín.

Los nombres binomiales al ser escritos en una lengua muerta, pero de amplio uso por académicos permitía que, el nombre común dado en las diferentes culturas fuera irrelevante, el nombre en latín designaría a la misma especie en Francia, en Inglaterra, en España, en Holanda o en todas las américas.

Una especie determinada debe tener solo un nombre, sin embargo, en ocasiones es difícil establecer los límites que separan a dos especies como en el caso los complejos de especies. En los fósiles pueden ocurrir situaciones donde dos fósiles son muy similares, y por falta de criterio reproductivo, los debates a cerca de la nomenclatura pueden hacerse álgidos y una misma especie puede eventualmente ostentar dos nombres. En tales casos tendremos un nombre sinónimo si se demuestra que los especímenes pertenecen a una misma especie.

Aunque lejos de ser absoluta, los principios que regulan la nomenclatura bilógica como el principio de prioridad permiten que la cantidad de sinónimos para una determinada especie sea mínima o nula. Por ejemplo, cuando las especies son removidas de un género a otro (cosa que es más común de lo que se pensaría) siempre se tiende a mantener el nombre específico y se altera solo el género. Otro caso común es cuando se empiezan a encontrar más especies asociadas con una sola especie en un género, en tales casos la especie patrón es trasladada a un nuevo género, su nombre específico se convierte en el nombre del nuevo género y las demás especies nuevas se nombran en base a esta.

Desde la perspectiva de Kuhn (1970), el sistema binomial le proporcionó a la biología un lenguaje propio, con reglas claras, y al existir este, una comunidad científica real pudo empezar un proyecto de ciencia normal en la que el conocimiento pudiera crecer de manera predecible. El modelo Linneano como ya hemos dicho anteriormente se basa en dos factores, la nomenclatura de Linneo y la taxonomía de Linneo. La taxonomía representa el modo de agrupar las especies reconocidas y nombradas por la nomenclatura. Debido a la anterior, la taxonomía puede cambiar mucho, muy rápido y de manera radical, mientras que la nomenclatura cambia lentamente. En otras palabras, aunque la taxonomía se construye gracias en parte a la nomenclatura, ambas esferas son relativamente independientes. Históricamente la nomenclatura de Linneo ha sido muy estable, pero la taxonomía de Linneo “heredera directa de la taxonomía de Aristóteles” comenzaría a echar agua bastante rápido, gracias al invento de un holandés, el microscopio.

El primer microscopio era poco más que una super-lupa, pero fue suficiente para apreciar un nuevo mundo de seres vivos.

Figura 20.  El primer microscopio era poco más que una super-lupa, pero fue suficiente para apreciar un nuevo mundo de seres vivos.

La edad de la exploración fue permitida por innovaciones tecnológicas que permitieron a los exploradores viajar a nuevos mundos, más grandes y lejanos (Haycox, Barnett, & Liburd, 1997; Merullo & Fleming, 2009; Weaver, 2015). Durante la misma época, y derivada de la tecnología de lupas y lentes se generó otro instrumento que permitió explorar otros mundos, pero esta vez mundos pequeños que siempre estuvieron a nuestro alcance, pero que nuestros ojos nunca pudieron ver. Systema Naturae fue publicado en su versión definitiva en 1758, unos cuantos años después Antonie van Leeuwenhoek en 1674 envió a la Royal Society de Londres una copia de sus observaciones de algunos microorganismos, esto gracias a un más grande invención, el microscopio, un instrumento que permitía ver un nuevo mundo (Ford, 1981; Gest, 2004; Porter, 1976; Robertson et al., 2016). Durante esta época temprana los nuevos seres vivos descubiertos fueron clasificados en los reinos aristotélicos Vegetal y Animal.

Esto representa un aspecto de la ciencia normal indicada por Kuhn en sus escritos, donde las anormalidades de un modelo generalmente se acoplan al modelo mientras este las pueda abarcar. Tuvieron que pasar 100 años de avances en microscopía hasta que la comunidad científica reevaluara el problema de los reinos. Durante este tiempo de adicionaron grandes cantidades de nuevas especies que desdibujaban los límites entre animales y vegetales. En 1866 siguiendo propuestas de varios biólogos entre los que destaca Richard Owen y Erns Haeckel se propuso una modificación al modelo de Aristóteles. Por un lado, se abandonó finalmente al reino mineral debido al alejamiento definitivo de las ideas alquimistas durante el siglo XVIII (Fantini, 2013; Whicher, 2015), y adicionalmente se decidió crear un reino aparte para aquellos organismos unicelulares. El reino nuevo sin embargo es un dolor de cabeza, por ejemplo, varias fuentes usan dos nombres para el mismo grupo en sus inicios, protista y mónera. Ambos propuestos por el mismo hombre “Haeckel” en el mismo año, 1866.  El uso diferenciado de ambos términos solo se hará hasta el siglo XX con el desarrollo del microscopio electrónico.

A diferencia de Linneo, Darwin vivió en una época donde ya no te quemaban por pensar diferente, aunque sí tuvo que enfrentar muchas sátiras.

Figura 21.  A diferencia de Linneo, Darwin vivió en una época donde ya no te quemaban por pensar diferente, aunque sí tuvo que enfrentar muchas sátiras.

Charles Darwin vivió a finales de la era de la exploración, el mismo fue historiador natural formal a bordo de una nave de exploración, el HMS Beagle. Los historiadores naturales de la época tenían dos funciones, la primera era amenizar el viaje para los capitanes y oficiales de alto rango de las embarcaciones, debido a su gran conocimiento “para hacer charlas de Lords ingleses tomando te”. La segunda función algo más seria de los historiadores naturales era capturar especímenes en las tierras visitadas, y de ser posible que fueran especies nuevas, para luego enviarlas a los museos de historia natural de Inglaterra, y así incrementar su prestigio y/o encontrarles utilidades económicas (Browne, 1992; Shermer, 2002).

Aun en esta época la vieja competencia por el conocimiento entre los imperios se mantendría, de hecho, aún se mantiene, aunque la tendencia viró desde la biología hacia la física en el siglo XX. La taxonomía tomó un rumbo y significado completamente diferente después de la publicación de artículo original de Darwin y Wallace sobre “Sobre la tendencia de las especies a formar variedades, y sobre la perpetuación de las variedades por métodos naturales de selección” publicada en 1858 y posteriormente con la publicación de su libro que reforzó los conceptos del artículo, y que capturó la imaginación popular por siglos, el “Origen de las Especies” en 1859 (Darwin, 1859; Gould, 1982).

Las observaciones de Darwin y Wallace, así como los experimentos con domesticación y generación de nuevas líneas de animales de granja conllevaron a Darwin a argumentar que las especies no eran entidades fijas que debían asemejarse siempre a algún tipo fijo. En otras palabras, negó la existencia de los ideales platónicos, y sin ideales platónicos, las especies tipo empleadas por los museos como estándares para la nomenclatura deberían adquirir un significado diferente. Por otra parte, las ideas de Darwin y Wallace conllevaban a la idea de que las especies nuevas podían emerger de especies viejas, aunque los métodos para lograr este cometido jamás fueron abordados en el , haciendo del título del libro algo irónico. Una vez que la especiación fuera demostrada en décadas posteriores, quedaba la hipótesis original de Darwin, si en el futuro pueden nacer nuevas especies, en el pasado debieron existir otras especies. No se puede decir que fueran menos, debido a que existía el fenómeno de la extinción. Para la época de Darwin el fenómeno de la extinción ya era muy conocido y estudiado por los paleontólogos. El mismo Darwin describió unos cuantos fósiles que fueron enviados a Inglaterra desde el cono sur de América (Keynes, 2002).

Las ideas de Darwin otorgaban un nuevo criterio para poder clasificar a las especies, en lugar de asumir la existencia de una especie tipo, fija e ideal, para Darwin las especies descendían de un ancestro común el cual heredaba a todos sus descendientes una serie de características comunes que podrían ser empleadas para agruparlos, algo así como un árbol genealógico. La idea ciertamente calzaba como anillo al dedo para mucha de la labor que había sido realizada por los taxónomos décadas atrás, pues debido a que habían clasificado a los seres vivos en base a sus similitudes morfológicas, muchos de los grupos que ya estaban descritos se los podía interpretar en base a los nuevos criterios, aunque otros grupos fueron modificados. Otro aspecto de los nuevos criterios taxonómicos es que la taxonomía dejó de ser descriptiva. Cuando se igualó el concepto de diagrama taxonómico al de historia evolutiva, fue fácil para los biólogos empezar a realizar hipótesis predictivas sobre grupos de animales que deberían existir, de modo tal que conectaran las ramas de grandes grupos taxonómicos (Beebe, 1915; Kutschera & Niklas, 2004; Porshnev et al., 1974).

Archaeopteryx  Lithographica es un fósil transicional, su esqueleto es mayoritariamente el de un  dinosaurio maniraptor semejante a los ancestros de los velociraptores y deinonicos, pero las plumas a su alrededor eran más que evidentes.

Figura 22Archaeopteryx  Lithographica es un fósil transicional, su esqueleto es mayoritariamente el de un  dinosaurio maniraptor semejante a los ancestros de los velociraptores y deinonicos, pero las plumas a su alrededor eran más que evidentes.

Dos ejemplos simples, fueron la hipótesis de la existencia de eslabones perdidos entre los humanos y los primates del viejo mundo (Bartstra, 1982; Rightmire, 1991), y el segundo el de la existencia de un grupo de reptiles que compartiera características similares a las de las aves (Beebe, 1915; Bretsky, 1979; Wellnhofer, 2010). Estas predicciones lanzaron a los geólogos y paleontólogos a cavar por todo el mundo en busca de estas criaturas quiméricas. Algunas fueron verdaderas quimeras, engaños creados con el propósito o de incrementar el prestigio personal, o con el propósito más oscuro de destruir el prestigio de las nuevas teorías, el caso más paradigmático de tales quimeras en el hombre de Piltdawn (Knafl & Morse, 1994; Tobias, 1992; Walsh, 1996).

Otros fósiles encontraron fueron reales, verdaderas joyas de la predicción científica, el primero Archaeopteryx, Lithographica un animal que compartía características de ave y de reptil. El segundo fue Homo erectus, un primate antropomorfo muy similar al ser humano, pero con características que lo diferenciaban, como por ejemplo un menor volumen craneal promedio.

Homo erectus fue uno de los primeros homínidos reportados en cantidades importantes.

Figura 23. Homo erectus fue uno de los primeros homínidos reportados en cantidades importantes.

A partir de Darwin la taxonomía se haría filogenética “describir grupos naturales como un árbol genealógico”, y la definición de grupo natural y artificial emergería como aquellos que representan una historia evolutiva y aquel que representa un grupo arbitrario, respectivamente. Así se cierra la edad de la exploración desde la perspectiva de la taxonomía, donde las reglas de nomenclatura estaban claras, pero la taxonomía no.

 


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario