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Una vez aclaradas las complejidades del concepto de especie, es hora de trabajar con los nombres. Los nombres de las especies son etiquetas que le colocamos a un individuo o grupo de individuos que se emplean para definir las características de la especie. Evidentemente al ser etiquetas, estas funcionan nomológica y topológicamente aun cuando intentan describir entidades poblacionales que no pueden ser encerradas en su totalidad. De allí que tenemos una especie real que representa idealmente toda la campana de Gauss de la población y una especie teórica encerrada dentro de la definición científica que se etiqueta con un nombre científico.
Figura 46. Es posible que el nombre de una especie no
agrupe a todos los miembros que pueden reproducirse en la población, debido a
la existencia de individuos atípicos que parecen pertenecer a una especie
diferente.
Evidentemente el ideal del taxónomo a medida que realiza sus
investigaciones es lograr que la etiqueta de la especie A posea un morfoespacio
reconocido para el conjunto de individuos que cumplen la definición biológica
lo más parecido al morfoespacio real de la especie, aunque como hemos visto,
tal esfuerzo es complejo con los anillos de especies-especiación-hibridación,
pero asumamos que el morfoespacio reconocido es una buena aproximación al
morfoespacio real, ahora viene la pregunta, ¿cómo construimos la etiqueta de la
especie A? La respuesta a esa pregunta ya la discutimos en la sección sobre la
edad de la exploración, y la respuesta sigue siendo la misma, el sistema binomial,
pero ahora examinaremos con mayor profundidad las reglas de escritura de dicho
sistema.
El sistema binomial traduce a un sistema de dos nombres, o
dicho de mejor forma, el nombre formal y único de una especie estará compuesto
por dos epítetos o descriptores. El primer epíteto descriptor recibe el nombre
de Género y representa idealmente el conglomerado de especies a los cuales la
especie que estamos nombrando pertenece, y el segundo epíteto corresponde a un nombre
específico que distingue nuestra especie problema de las demás especies del
género. Un nombre binomial completo
siempre se trata gramaticalmente como si fuera una frase en el idioma latin (de
ahí el uso común del término "nombre latino" para un nombre
binomial).
Las dos partes de un nombre binomial pueden derivarse cada
una de varias fuentes lingüísticas, de las cuales el latín es sólo una:
(1) Latín, clásico o medieval, por ejemplo ambas partes del
nombre binomial Homo sapiens
son palabras latinas, que significa "sabio" (sapiens)
"hombre / humano"
(2) Griego clásico, como en el género Rhododendron,
las palabras griegas se convierten a menudo en una forma latinizada, así la
coca (la planta de la que se obtiene la cocaína) tiene el nombre Erythroxylum coca. Erythroxylum se deriva de las palabras
griegas erythros,
rojo, y xylon,
madera, El termino neutro griego -o (-on) se convierte a menudo en el latino
final neutro -um.
Las lenguas clásicas fueron empleadas por mucho tiempo como
los principales medios lingüísticos para la creación de los nombres científicos
de las especies, pero llegó el momento en que se acabaron las combinaciones o
que empezó a hacerse más patente un movimiento por integrar el conocimiento
tradicional a la labor taxonómica, después de todo la taxonomía binomial fue
creada como instrumento de control imperial, imagen con la que muchos
científicos desean desligarse, aun cuando proceden de potencias económicas
internacionales.
De lo anterior se desprende que se ha popularizado el uso de
lenguas indígenas de uso poco común, las cuales en términos prácticos se
asemejan a las lenguas muertas en el hecho de que cambian poco una vez que han
sido registradas por los lingüistas, aunque dada la tradición, algunos de estos
nombres indígenas se latinizan. La segunda parte del nombre Erythroxylum coca se
deriva de kuka,
el nombre de la planta en aymara y quechua. Dado que muchos fósiles de
dinosaurios se encontraron en Mongolia, sus nombres a menudo utilizan palabras
de Mongolia, p. Tarchia
de tarkhi, que significa "cerebro", o Saichania
que significa "hermoso".
Otras fuentes lingüísticas pueden provenir del gusto del que
lo descubre, después de todo “el que lo descubre le pone nombre”, esa es una
prerrogativa de prioridades científicas que se ha mantenido desde hace muchos
años, por lo que pueden emplearse apellidos, lugares e incluso conceptos
abstractos literarios, pero nuevamente latinizados. El nombre Magnolia campbellii conmemora a dos
personas: Pierre Magnol, un botánico francés, y Archibald Campbell, un médico
en la India británica.
La primera parte del nombre, que identifica el género, debe
ser una palabra que puede ser tratada como un sustantivo singular latino en el
caso nominativo. Debe ser único dentro de cada reino, pero puede repetirse
entre reinos diferentes. Así, Huia recurvata es una
especie extinta de planta, encontrada como fósiles en Yunnan, China, mientras
que Huia masonii es una especie de rana
encontrada en Java, Indonesia. Ahora bien, el punto real es que el conjunto o
binomio “no se repita nunca”. En algunas fuentes el descriptor de género recibe
el título de nombre genérico.
Hay que distinguir entre descriptor especifico, que sería la
segunda palabra necesaria para construir el nombre binomial; del nombre
especifico que sería el binomio empleado para describir una especie concreta.
El descriptor especifico identifica la especie dentro del género, también se
trata gramaticalmente como una palabra latina. Puede tener una de varias
formas.
Adjetivo
El adjetivo debe estar de acuerdo con el nombre del género
en el género. El latín tiene tres géneros, masculino, femenino y neutro, que se
muestra por diferentes terminaciones de sustantivos y adjetivos. El gorrión de
casa tiene el nombre binomial de Passer domesticus.
Aquí domesticus ("doméstico") significa simplemente
"asociado con la casa". El bambú sagrado es Nandina domestica en
lugar de Nandina domesticus, ya que Nandina es
femenina mientras que Passer es
masculino. El lansio de frutas tropicales es un producto de la planta Lansium parasiticum, ya que Lansium es
neutro. Algunas terminaciones comunes para adjetivos latinos en los tres
géneros (masculino, femenino, neutro) son -us, -a, -um (como en el ejemplo
anterior de domesticus); -is, -is, -e (por
ejemplo, tristis, que
significa "triste"); Y -or, -or, -us (por ejemplo, minor, que
significa "más pequeño").
Sustantivo de nombramiento
Un ejemplo es el nombre binomial del león, que es Panthera leo. Gramáticamente se
dice que el sustantivo está en aposición al nombre del género y los dos
sustantivos no tienen que estar de acuerdo en el género; En este caso, Panthera es femenino y leo es masculino.
Sustantivo de posesión
O sustantivo genitivo se emplea para nombres que al ser
traducidos poseen la estructura Género de Fulanito. Se construye de varias
maneras en latín, dependiendo de la declinación del sustantivo. Las
terminaciones comunes para los sustantivos masculinos y neutros son -ii o
-i
Cualquier pendejo puede intentar proponer un nombre
binomial, por ejemplo, Archaeoraptor
sp., “nota sp significa especie indeterminada”, sin embargo, para que el nombre
sea reconocido por la comunidad científica, debe quedar inscrito en alguno de
los códices de las ramas principales de la taxonomía. Desde principios del
siglo XIX en adelante se hizo cada vez más evidente que un cuerpo de reglas era
necesario para gobernar nombres científicos. Con el paso del tiempo se
convirtieron en códigos de nomenclatura. El Código Internacional de
Nomenclatura Zoológica “ICZN por sus siglas en inglés” rige la designación de
los animales, el Código Internacional de Nomenclatura para las algas, hongos y
plantas “ICN”, el de las plantas (incluidas las cianobacterias) y el Código
Internacional de Nomenclatura de las Bacterias “ICNB” para bacterias
(incluyendo arcaicas).
Los nombres de los virus están regidos por el Comité
Internacional de Taxonomía de los Virus “ICTV”, un código taxonómico que
determina los taxones y los nombres. Estos códigos difieren de ciertas maneras
menores con respecto a la nomenclatura que se usa para describir a la
nomenclatura, lo cual puede parecer estúpido en el hecho de que igual producen
nombres binomiales que pueden ser interpretados por cualquier biólogo, pero que
revelan un pasado evolutivo independiente de las diferentes ramas de la
historia natural y de la biología. En resumen, si el nombre no está reconocido
en uno de los códices vigilados por la comunidad científica, dicho nombre no
existe, aun cuando sea empleado en revistas de divulgación como National Geographic,
de allí lo importante de reconocer una fuente secundaria como la de su presente
texto, de una fuente primaria.
Los nombres científicos o binomiales poseen unas reglas para
ser escritos, incluso el modo en que se representan sus símbolos en un texto
posee una razón de ser y un modo de presentación determinados.
Un nombre científico generalmente se emplea como un sustantivo
propio para identificar una serie de características o una historia natural,
sin embargo, por tradición este sustantivo propio se define como perteneciente
a su propio idioma, el idioma científico biológico, por lo cual debe estar
escrito en letra itálica, de no tener esa fuente se emplea cursiva, subrayado o
alguna otra fuente que permita expresar la idea. Si mi fuente en “Cambria”
normal escribir Homo sapiens para describir al ser humano moderno, es
inadecuado, ya que no lo estoy resaltando de ninguna forma, lo mejor es emplear
el botón de cursiva para escribir Homo
sapiens, o subrayados.
La primera parte del binomio, el nombre del género, se
escribe siempre con una letra mayúscula inicial. En el uso actual, la segunda
parte o descriptor específico nunca se escribe con una mayúscula inicial. Las
fuentes más antiguas, particularmente los trabajos botánicos publicados antes
de los años 50, utilizaban una convención diferente. Si la segunda parte del
nombre se deriva de un nombre propio, se utilizaba una letra mayúscula. Así, la
forma moderna Berberis darwinii fue escrita como Berberis Darwinii. También se utilizó mayúscula
cuando el nombre estaba formado por dos sustantivos en aposición, Panthera Leo o Centaurea Cyanus, sin embargo, en la actualidad
solo el género se escribe en mayúsculas.
Cuando se utiliza con un nombre común, el nombre científico
a menudo sigue entre paréntesis, aunque esto varía con la publicación. Por
ejemplo, "El gorrión doméstico (Passer domesticus)
está disminuyendo en Europa".
El nombre binomial debe ser generalmente escrito en su
totalidad. La excepción a esto es cuando varias especies del mismo género están
siendo enumeradas o discutidas en el mismo artículo o informe, o la misma
especie se menciona repetidamente; En cuyo caso el género se escribe en su
totalidad cuando se utiliza por primera vez, pero puede ser abreviado a una
inicial (y punto final). Por ejemplo, una lista de miembros del género Canis podría ser escrita como
"Canis lupus, C. aureus,
C. simensis". En raros casos, esta forma
abreviada se ha extendido a un uso más general; Por ejemplo, la bacteria Escherichia coli a
menudo se conoce como E. coli, y Tyrannosaurus rex
es tal vez incluso mejor conocido simplemente como T. rex,
estos dos a menudo aparecen en esta forma en la escritura popular, incluso
cuando el nombre del género completo no halla se ha dado, estos dos ejemplos
son notables en el sentido de ser nombres científicos que han transcendido casi
para convertirse en nombres comunes. Por otro lado, el nombre específico nunca
se abrevia.
La abreviatura "sp.," se utiliza cuando el nombre
específico real no puede o no necesita ser especificado. La abreviatura
"spp.," (Plural) indica "varias especies". Estas
abreviaturas no están en cursiva (o subrayadas). Por ejemplo: "Canis sp.,"
significa "una especie no especificada del género Canis", mientras que "Canis spp.," Significa "dos o más
especies del género Canis" que aún no han sido determinadas.
Las abreviaturas sp., y spp., se pueden confundir fácilmente
con las abreviaturas "ssp.," (Zoología) o "subsp.,"
(Botánica), plurales "sspp. O "subsp.," refiriéndose a una o más
subespecies. La abreviatura "cf.," (conferir en latín) se utiliza
para comparar individuos / taxones con especies conocidas / descritas, en otras
palabras, traduce como –similar a-. En paleontología, suele utilizarse cuando
no se confirma la identificación. Por ejemplo, "Corvus
cf. nasicus" se utilizó para indicar "un
pájaro fósil similar al cuervo cubano, pero no identificado como esta
especie". En los trabajos de sistemática molecular, "cf.," puede
usarse para indicar una o más especies no descritas asumidas relacionadas con
una especie descrita. Otra abreviatura común es la cruz “†” que indica especie
extinta.
El que lo encuentra le pone nombre, y algunos científicos
han descrito tantas especies que son referidos como autoridades taxonómicas,
por lo que algunas veces los nombres de sus especies son seguidos por
indicadores de su prestigio. Por ejemplo, para plantas descritas y nombradas
por Linnaneus se emplea la L, sin embargo, si se está empleando un sistema de
bibliografía APA el uso de este tipo de abreviaturas puede ser redundante.
Trinomen para
razas
En la nomenclatura zoológica, un trinomen (plural:
trinomina), nombre trinominal o nombre ternario, se refiere al nombre de una
subespecie. Por ejemplo: "Homo sapiens sapiens". Un
trinomen es un nombre con tres partes: nombre genérico, nombre específico y
nombre subspecifico. Las dos primeras partes forman el binomen o nombre de la
especie. Los tres nombres están escritos en cursiva y sólo la primera letra del
nombre genérico está en mayúscula. No se incluye ningún indicador de rango: en
la zoología, la subespecie es el único rango inferior al de las especies. Por
ejemplo: "Buteo jamaicensis borealis es una de
las subespecies del halcón de cola roja (Buteo jamaicensis)".
Si el nombre genérico y específico ya se han mencionado en el mismo párrafo, a
menudo se abrevian a letras iniciales. Por ejemplo, uno podría escribir:
"El gran cormorán Phalacrocorax carbo tiene una
subespecie distinta en Australasia, el pelaje negro P. c. novaehollandiae". Mientras que la nomenclatura binomial entró
en el ser y ganó inmediatamente la aceptación extensa en el mediados del siglo
XVIII, no sería hasta el siglo de principios de siglo 20 que el estándar
unificado actual de la nomenclatura trinominal fue acordado.
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